martes, 24 de julio de 2012

Las expresiones faciales de las emociones no son universales

Occidentales y orientales no interpretamos del mismo modo las expresiones faciales de las emociones. Esta es la conclusión principal de un experimento en el que se analizó esta cuestión haciendo uso de animaciones generadas por ordenador. En el experimento se trabajó con dos grupos de personas; uno estaba formado por jóvenes occidentales y el otro, por jóvenes orientales. Cada participante debía observar las animaciones y atribuir cada una de las expresiones a una de las siguientes seis categorías emocionales: felicidad, sorpresa, miedo, disgusto, enfado y tristeza. Además de caracterizar las animaciones asignándolas a un estado emocional, también debían cuantificar la intensidad de la emoción. 
Como se ha indicado, los resultados del experimento no fueron los mismos para los observadores orientales y para los occidentales. Los occidentales asignaron las expresiones a cada una de las categorías de forma homogénea, con gran coincidencia entre ellos. Sin embargo, las observaciones de los orientales se solaparon en bastantes casos entre diferentes categorías, especialmente entre las de sorpresa, miedo, disgusto, enfado y tristeza. La alegría fue la única emoción en la que coincidieron unos y otros observadores y las asignaciones fueron homogéneas. Además, los orientales expresaron la intensidad de alegría, miedo, disgusto y enfado, mediante movimientos tempranos de los ojos, mientras que los occidentales lo hicieron con otras partes de la cara. Y esa diferencia resulta, por otra parte, significativa, ya que ejercemos sobre los ojos menor control voluntario que sobre la boca; y es posible que ese rasgo tenga relación con el hecho de que los orientales tienen, en general, comportamientos faciales más moderados o constreñidos. 
Así pues, esos resultados muestran que las expresiones faciales de emoción son específicas de las culturas, al menos cuando se consideran categorías culturales tan genéricas y tan alejadas entre sí como la occidental y la de extremo oriente. Los movimientos faciales que perciben los observadores reflejan los que se suelen producir en sus entornos sociales, ya que esas señales cumplen una función de comunicación, y para ello es necesario que todos los miembros de una misma comunidad o cultura utilicen los mismos o muy similares códigos. El hecho de que se hayan encontrado diferencias en el modo en que observadores pertenecientes a dos culturas distintas interpretan las señales faciales, indica que las representaciones mentales de las emociones tienen, al menos en cierto grado, carácter cultural. Y por lo tanto, no es correcta la idea de que la emoción humana es representada por el mismo conjunto de seis señales faciales diferenciadas con carácter universal. 
Darwin, en “The expression of the emotions in man and animals” había propuesto que algunas expresiones faciales tenían, originalmente, valor adaptativo. En virtud de tales orígenes, esas expresiones han sido consideradas el lenguaje universal para la expresión de estados emocionales internos, reconocibles del mismo modo en todas las culturas y, por ello, expresados mediante los mismos movimientos faciales por todas las personas. Sin embargo, en las últimas décadas varios estudios han puesto en cuestión esa noción de universalidad, tanto en lo relativo a las expresiones en sí, como a la codificación de su intensidad. 
El experimento glosado en esta anotación ha puesto de manifiesto que las categorías en las que se agrupan los gestos faciales de los occidentales corresponden, nítidamente, a cada una de las seis emociones consideradas hasta hace unos años básicas. Ahora bien, esa clasificación de las emociones parece no ser extrapolable a los orientales, y de hecho, no es la más adecuada para representar de un modo preciso el panorama general de las emociones en la cultura del oriente asiático. Es más, es muy probable que esa clasificación ignore otras emociones que, sin embargo, sean fundamentales para los orientales, como son la vergüenza, el orgullo o la culpa. 
En definitiva, parece ser que las emociones se expresan mediante señales faciales que, al menos en parte, son propias de cada cultura. Quizás algunas de ellas, como las señales de miedo o disgusto, evolucionaron originalmente por su valor adaptativo; pero con el tiempo se han modificado y diversificado para cumplir la función de comunicar las emociones en las interacciones sociales. Y como consecuencia de ello, se habrían modificado por efecto de las diferentes ideologías sociales y prácticas propias de cada grupo cultural. Al respecto, me resulta especialmente sugerente la idea de que existan diferencias interculturales en lo relativo a las emociones que tienen la condición de básicas, pues ello refleja profundas diferencias en aspectos fundamentales de nuestra naturaleza y comportamiento. 

Fuente: 
Rachael E. Jack, Oliver G. B. Garrod, Hui Yu, Roberto Caldara, y Philippe G. Schyns (2012): “Facial expressions of emotion are not culturally universal” PNAS 109 (19): 7241-7244 www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1200155109